Pocos son los peregrinos que al iniciar su ruta hacia Santiago se hayan encontrado con una señal recordando ese comienzo. Yo hoy he tenido esa suerte gracias a mi padre.
Ni que decir tiene que hasta prácticamente el final de la etapa, esa ha sido la única señal del Camino que he visto, puesto que la senda oficial del Camino de Madrid no pasa por ninguno de los pueblos que lindan con la autopista de La Coruña.
Entre cotos de caza y fincas fui dejando atrás Las Rozas para llegar a Torrelodones. Al salir de Torrelodones, lo que esperaba fuera el peor tramo por el arcén de la vía de servicio, se ha convertido en un paseo por una senda bien transitada y con la carretera, que era mi referencia para no perderme, siempre a la vista.
Así que el peor tramo ha sido por Collado Villalba y Los Negrales, esa zona medio industrial y larga como un día sin pan. Tras desayunar, crucé la autopista para recorrer las urbanizaciones de Guadarrama y finalmente volver a pisar tierra hasta llegar a Los Molinos.
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