martes, 26 de agosto de 2014

Día 12 Calzadilla De Tera - Mombuey

Las huellas de nuestras pisadas al recorrer el Camino tienen una esperanza de vida muy pequeña. Basta con el paso de otro peregrino por encima o un pequeño chaparrón para que desaparezcan. 


Las huellas que dejamos o nos dejan otras personas son mucho más duraderas. A veces basta con unos breves instantes para dejar una marca imborrable, positiva o negativa, en una persona. Esas marcas resuenan mucho en el Camino. 


Mientras me aproximaba hoy a la presa de Nuestra Señora de Agavanzal, una de las flechas que marcaba el camino en el que estaba indicaba "bicis". Me resultó muy raro pues las desviaciones para bicicletas suelen ser por carretera, pero al aproximarme pude ver que justo detrás marcando una pequeña senda apenas marcada había una flecha. 


Sin dudarlo me adentré en esa senda que en rápido descenso me llevó hasta el cauce del río, abriéndome paso entre los arbustos que pugnaban por reclamar ese terreno como propio. Quizá fueran diez o quince minutos de senda, pero, al igual que al cruzar el Tera días atrás, ha tenido un efecto revitalizador. 

Puebla de Sanabria está ya a tiro de piedra, y en un par de días (y algunos montes) más dejaré atrás la provincia de León para adentrarme en Orense, única provincia de Galicia que no conozco. Y es que no hay nada mejor que conocerlas a pie. 

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