miércoles, 18 de septiembre de 2013

Jornada 31. Portomarín - Palas de Rei

Si hoy los hubiera contado, es muy probable que haya visto más taxis pasando a toda pastilla junto al camino que peregrinos caminando.

Iba a decir que el día amaneció, pero a las cinco de la mañana, cuando sonó la primera alarma en el albergue, era noche cerrada. Con los primeros peregrinos aventurándose en el bosque al dejar atrás Portomarín, una niebla llorona nos fue despertando y cuando parecía que iba a ser necesario sacar la capa de agua, nos dejó tranquilos.

 
En algún momento de los últimos años han clausurado la pasarela peatonal que salvaba el embalse saliendo de Portomarín. Algo que agradezco, puesto que era bastante aterrador para quien sufre de fobia a las alturas. 

El Camino te ofrece momentos singulares, buenos y malos. A veces, de quien menos te lo esperas surge una conversación que se convierte en La Conversación del Camino (ayer tuve la mía), o justo cuando se te rompe la zapatilla ves a cincuenta metros una pequeña tienda de gasolinera en la que queda un rollo de cinta americana, o te reencuentras en mitad de ninguna parte con quien ya pensabas que no volverías a ver. Son tantos en tan poco tiempo que se acumulan.


Me siento tan bien que a veces pienso en llegar a Finisterre, respirar hondo, darme la vuelta y volver a casa andando, primero hasta Sahagún y luego por el Camino de Madrid hasta casa, al más puro estilo Forrest: http://youtu.be/ySK0fIGB3AA

2 comentarios:

  1. Aay... el Camino... alegoría de la vida. Voy a respirar hondo y a seguir. ;) Disfruta campeón!! Que bien lo estás haciendo.

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  2. qué de cosas puedes escribir... todo un libro de sentimientos, de situaciones, de superaciones... y soluciones...

    "sigue caminando amigo!!!.... ya estás cerca!!!"

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